Allá por 2010 un estudio de la Fundación Pew Research Center definía a los millennials como la generación más preparada de todas las habidas hasta entonces: con un acceso más fácil a los estudios universitarios que sus predecesores, los nacidos entre 1981 y 1996 eran el objeto de deseo de las marcas.
A medio camino entre la Generación X –aún con reminiscencias de austeridad- y la Generación Z –sin capacidad financiera-, los millennials son hoy por hoy quienes marcan los patrones de publicidad y tendencias.
Su manera de actuar basándose en la utilización de las nuevas tecnologías –aunque sin ser completamente nativos, ya que internet tal y como lo conocemos, accesible a todo público, surgió unos años después-, cambia por completo las reglas del juego. Los millennials han sido quienes han potenciado el uso de plataformas online cuyos modelos de negocio hace veinte años eran impensables: Netflix, Spotify, Strava… Hoy por hoy, utilizar internet y las nuevas tecnologías es la mejor manera de operar y este camino lo han dictado, precisamente, los millennials.
En el sector inmobiliario su presencia también ha sido disruptiva. Lejos han quedado aquellos tiempos en los que para comprar o alquilar un piso había que recorrer de principio a fin uno o varios barrios, o terminar acudiendo a una inmobiliaria a que nos enseñasen un portfolio de pisos con unas cuantas fotografías. Lo mismo les ocurre a los otros interesados, para los que las técnicas para vender o alquilar pisos no tienen nada que ver con hace veinte años. Una de las características principales del millennial es su afán por reducir los tiempos de espera al mínimo. De ahí que trate de evitar tareas que conlleven desplazamientos físicos.
En ello radica el éxito de las plataformas de compraventa y alquiler que existen en internet: en que permiten hacer los filtros necesarios, mucho más adaptados a las características de cada usuario, de qué quiere y ajustando los resultados incluso mostrando los inmuebles con imágenes en 360º. Además, ponen en contacto a muchos más vendedores que, casi por pereza, desechaban la opción de poner a la venta su piso por todas las tareas burocráticas que suponía.
Este hecho no lo deben ignorar las inmobiliarias “tradicionales”, esas que han visto como el modelo ha cambiado y que en un principio veían a estos portales como enemigos, y ahora se han convertido en una potente puerta de entrada para clientes. Solo aquellas que permiten el cambio, que se adaptan y mejoran sus procesos acorde a los nuevos escenarios, son las inmobiliarias que mejores resultados obtendrán y que superarán a otras tantas más inmovilistas.
Una vez que todos hemos asumido que la búsqueda de nueva vivienda ha cambiado, tal y como la conocíamos, y que se puede hacer completamente online entre otras ventajas si así lo desea el cliente, surge la nueva etapa: ¿por qué voy a necesitar ir a ver el piso dos o tres veces? ¿por qué no diseñar un proceso que me permita hacer el primer filtro sin tener que salir de casa y solo acudir cuando esté seguro de lo que quiero comprar / alquilar?
De ahí que el surgimiento de software de tours virtuales en 360º (que permite integrarse en la ficha inmobiliaria de los pisos en webs como Habitaclia, Idealista, pisos.com o nuestra propia página como agencia entre otras tantas) como sustitutivo de unas primeras visitas guiadas, tenga toda la lógica. Desde el salón de casa, y a golpe de click, los usuarios pueden recorrer un piso tal y como lo harían en vivo y en directo, fijándose en los detalles y desde el mismo punto de vista.
Desde el punto de vista de las inmobiliarias, supone un gran valor añadido, ya que por ejemplo permite que comercial y clientes estén conectados en el momento que se ve el piso, con muchos más datos de los que se podría tener en una visita al uso, las de toda la vida. Además les posibilita que tengan a mano muchas más herramientas de marketing inmobiliario que antes desconocían, o cuenten con soluciones de realidad virtual que aligeren los procesos de venta.
Así, el filtro de la red deja de ser una barrera entre cliente y agente inmobiliario, para convertirse en un total aliado para ambos, que en definitiva nunca dejarán de estar en contacto para el fin común: que la propiedad cambie de manos.
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